Te espero

Hace poco te marchaste y ya espero tu regreso. La galería está tan colorida! Los macetones se llenaron de flores, y sus aromas inundan el cálido aire. Revolotean alegres las mariposas, al igual que los pájaros que cada mañana me despiertan con sus cantos. Ojalá regreses pronto, hay veces que te adelantas, o vuelves al poco de marcharte.
Te espero sentada en esta galería, mientras el sol calienta mi piel, y mis pies disfrutan del frío de las baldosas. Los días son muy largos, pero lo compensan las frutas maduras que recojo cada tarde. De nuevo el abanico se convierte en mi fiel compañero. Cuanto más te espero, más temo que este año no regreses. Ya lo has hecho en otras ocasiones... Tal vez uno o dos años sin aparecer, y la espera se hace eterna.
Desde la galería te espero, mientras los árboles se tiñen de amarillo, ocre y anaranjado. Al caminar escucho el crujir de las hojas secas bajo mis pies. El viento hace remolinos y las reacomoda en los rincones y delante de las puertas. Se acortan los días, las noches recuperan horas, y presiento que te vas acercando. Nunca sé cuando aparecerás, algunas veces te instalas y, otras, realizas una visita fugaz.
Con un té caliente y bien abrigada te espero en la galería. Los árboles están desnudos y el cielo gris. Estás llegando, lo sé. Me incorporo y, al bajar los escalones, los primeros copos aterrizan en mis manos. Nieve, al fin has vuelto!

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