La noche posterior al incendio, los gnomos dorados volamos a bordo de las águilas, rumbo al islote del lago central. Durante el viaje escuchamos el rugido del jaguar, anunciando la reunión a otras poblaciones. Desde lo alto se veían los árboles calcinados que, cubiertos por una capa de ceniza, parecían huesos. Nuestras lágrimas se evaporaban mucho antes de llegar a ellos. Hacía demasiado tiempo que no nos reuníamos, y era el momento de recuperar nuestro hogar: el bosque.
Escrito para el Reto 5 líneas, de Adella Brac.
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